Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) se espera que el promedio de la temperatura del final del siglo XXI supere los 4°C, en el escenario de uso intensivo de energía fósil (Intergovernmental Panel on Climate Change [IPCC], 2014). El cambio climático es el paradigma de la crisis ambiental contemporánea, pues posee características como ser global, persistente y exponencial (Velázquez de Castro, 2005). Así pues, el cambio climático y la variabilidad climática han traído diversos impactos en las regiones del planeta, entre los que se destacan: el incremento en la ocurrencia de eventos climáticos anómalos; los cambios de la precipitación; el aumento de la temperatura; los cambios en el nivel y temperatura del mar; el aumento de la vulnerabilidad por inundaciones, deslizamientos; y el impacto en los ecosistemas, la biodiversidad y los recursos hídricos. La variabilidad climática, generalmente, se trata con escalas de tiempo cortas, hablando climáticamente, con frecuencias de uno a diez días; de dos a tres meses; de seis meses a un año; o de un año a tres décadas; mientras que el cambio climático se evalúa en varias décadas o siglos (Baechtgen citado por Meza, 2009). El cambio climático (CC) y variabilidad climática (VC) son fenómenos que están afectando fuertemente a diversos países, con fenómenos naturales extremos como sequías, inundaciones, ciclones y deslaves, entre otros. Uno de los países que ha sufrido eventos extremos es Colombia, con impacto en pérdidas de vidas humanas, ecosistemas, biodiversidad y pérdidas económicas considerables. Adicionalmente, el clima andino posee incertidumbre temporal muy alta. El ciclo del fenómeno ENOS (El Niño Oscilación Sur), el cual considera los eventos periódicos de El Niño y La Niña, amplificará la variabilidad del clima a niveles mayores, con situaciones variables como que el inicio de lluvias puede cambiar alrededor de dos meses de un año a otro (Vuille citado por Earls, 2009). Se ha evidenciado que el impacto del calentamiento mundial es y será más evidente en las altas montañas tropicales y las zonas circumpolares del planeta (Earls, 2009). En Colombia, el abastecimiento de agua, ofrecido por acueductos rurales o comunitarios, en la región andina, puede ser muy vulnerable, iniciando por la falta de información y conocimiento sobre el impacto en ellos de fenómenos como el Niño y la Niña. Algunos de los posibles impactos de la variabilidad climática son: daños a la infraestructura (viviendas, vías, establecimientos), incremento enfermedades, pérdidas económicas, incremento de agro-ganadería, escases de alimentos, incremento de Incendios forestales, pérdida de biodiversidad, deterioro de los ecosistemas estratégicos (humedales, paramos), extinción de especies, desplazamiento de especies, aumento de la temperatura, desabastecimiento de agua, reducción de capacidad hídrica del río, conflictos sociales por el agua, déficit de agua potable para el consumo, entre otros. La presente investigación tiene como objetivo construir y aplicar un índice de vulnerabilidad climática de los acueductos rurales de la cuenca hidrográfica del río Bolo y definir estrategias de adaptación de acuerdo a los niveles de vulnerabilidad. De los 25 acueductos rurales ubicados en esta cuenca hidrográfica, incluyendo uno de resguardo indígena, se priorizan los dos con niveles más altos de vulnerabilidad con el fin de aplicar estrategias de adaptación de corto plazo, entre las que se encuentran: talleres de capacitación, gestión de recursos para implementación de arreglos inmediatos de infraestructura, construcción de viveros, campañas participativas de reforestación, uso eficiente del agua para uso doméstico y agrícola, capacitación en prácticas para el suelo sostenible, entre otras. El índice se elaborará utilizando una combinación de dos herramientas analíticas: modelo presión-estado-respuesta (PER) y lógica difusa de la inteligencia artificial.