Ante la emergencia derivada de la pandemia del Covid-19, uno de los sectores con mayor afectación es indudablemente el educativo. La suspensión abrupta de las actividades docentes presenciales ha forzado a la virtualización de las clases y a la implementación de planes de transición hacia la realización de actividades remotas, con el fin de dar continuidad a los semestres académicos. Esta situación, per se, representa un reto para las universidades presenciales ya que la gran mayoría de las universidades no estaban preparadas para asumir este cambio paradigmático. Al analizar las diferentes áreas del conocimiento sería posible afirmar que la mayor parte de la docencia teórica y basada en resolución de problemas se podría suplir mediante su virtualización, aunque la verdad esto no es del todo cierto, pero dadas las circunstancias actuales, es lo mejor que se puede hacer. El gran problema surge de las denominadas tradicionalmente “clases prácticas”, incluidas dentro de cada asignatura, cuando se tienen que desarrollar como trabajo de campo, prácticas clínicas, prácticas en laboratorios o en aulas de informática. El desarrollo de la componente disciplinar de las diferentes áreas de la ingeniería requieren en su mayoría la realización de prácticas de laboratorios y salidas de campo.