Este proyecto parte del carácter problemático y azaroso que supuso lo que hoy conocemos como independencia, de reconocer el carácter no necesario ni unívoco del orden político fruto de los procesos vividos entre 1808 y 1832. Al intentar hacer cualquier aproximación investigativa a un momento concebido como fundacional de la nación, se corre el riesgo de hacerse una imagen acabada y limpia de aquello que precisamente estaba en pugna y en discusión. Ésta es quizá una de las primeras precauciones que esta propuesta observa: intentar escapar al mito de los orígenes de la nación y de la nacionalidad colombiana. No para identificar su ausencia o fragilidad sino para dar cuenta de las formas específicas en las que se instituyó el orden político republicano.
Es por eso que el grupo de investigación se acerca al segundo centenario de vida republicana en diálogo con las curadurías del Museo Nacional y la Casa Museo 20 de Julio, y con una propuesta que ejerce una triple mirada que se desarrolla de manera simultánea y en diálogo mutuo: en primer lugar el acontecimiento; en segundo lugar, la memoria o los modos en que los eventos conducentes a la independencia política son recordados colectivamente, tanto en esferas oficiales como no oficiales; y, en tercer lugar, los legados para el presente.
La actualidad de lo que ocurrió (o empezó a ocurrir) hace doscientos años puede resumirse en la fórmula de una contemporaneidad política que aún se mantiene vigente. En efecto, en ese momento emergen lenguajes políticos en el espacio público que se apoyan en nuevos imaginarios y representaciones de convivencia y soberanía; se ensayan nuevas prácticas políticas y se erigen nuevas instituciones que marcaron el lento proceso de ruptura o transformación del pacto colonial en América latina; lenguajes, representaciones, imaginarios, prácticas e instituciones que se mantienen vigente en los diversos países de la región a pesar de enfrentarse a crisis y cuestionamientos constantes.
En efecto, estos lenguajes y prácticas están llegando a un evidente agotamiento a comienzos del segundo centenario de nuestra vida republicana. Es por eso que el proyecto identifica y desarrolla seis tensiones conceptuales de la cultura política del periodo que supusieron su puesta en marcha a través de la constitución de los sujetos políticos de tal orden: las ciudadanías.
El ciudadano surge como la figura privilegiada de lo político a comienzos del siglo XIX y organiza los lenguajes y prácticas políticas del momento. Es el ciudadano quien constituye y actualiza la abstracción fundamental sobre la que descansa la soberanía del orden republicano: el pueblo. Lo constituye, en tanto es el conjunto de ciudadanos quienes conforman la polis, y lo actualiza, a través de sus formas de participación en lo social. El ciudadano es igualmente la forma privilegiada de inscripción en la comunidad política y genera lazo social. Finalmente, el ciudadano se reclama y se reconoce como figura fundamental y fundacional del orden, se le añora como algo por construir. La apuesta del ciudadano es también la apuesta por un sujeto a constituir, correlato del orden que también se añora. |