Existe un amplio debate alrededor del concepto de organizaciones culturales y de las relaciones que es posible establecer entre dos campos tan aparentemente disímiles, como el económico y el cultural.
El sector cultural debe ser entendido no sólo en términos artísticos y estéticos sino también en términos económicos. Por fortuna la consideración idealista de que la cultura y la economía eran concebidas como mundos contrapuestos ha quedado atrás. El sector cultural está constituido por una amplia variedad de organizaciones, las cuales podemos clasificar, según Colbert (1993), a partir del grado de reproducción de las obras o productos y de la orientación de la organización, básicamente en dos grupos o sectores: El sector de las artes y el sector de las industrias culturales.
Abordar el estudio de las organizaciones culturales, su estructura, producción, impacto económico, político y contribución al bienestar de la sociedad, aplicando el análisis económico, específicamente del comportamiento de la oferta y la demanda, conlleva a grandes dificultades. Aunque existe un consenso en el reconocimiento del desarrollo cultural como uno de los elementos más importantes para el bienestar y el crecimiento económico. UNESCO (1999) ha sustentado que se debe invertir en cultura porque: aporta ventajas sociales y educativas, potencializa la innovación y la creatividad y mejora la calidad de vida e imagen local.
En la actualidad se ha definido a la presente generación como la denominada civilización del ocio por la trascendencia económica del tiempo libre cuyo disfrute responde a preferencias individuales y los distintos usos del ocio, constituyen un bien comercializable y entran en la esfera del cálculo económico. Así entendemos el desarrollo del turismo cultural y el importante impacto sobre la actividad económica de la región que lo recibe. Este se ha ido configurando como un destacado sector económico, y a la vez una de las manifestaciones más significativas del denominado postmodernismo cultural contemporáneo (Bordieu y Darbel, 1991).
En un mundo como el presente, marcado por el fenómeno de la globalización, el imperio de lo efímero y la uniformidad de comportamientos, se está produciendo un retorno a la nostalgia y búsqueda de elementos de identificación en la historia, en la tradición y en los valores cercanos al individuo. Este reciclaje de lo pasado y de lo domestico, ha supuesto la recuperación y valoración de multitud de legados patrimoniales, y los museos son para nosotros los principales exponentes de ello.
En el Departamento de Antioquia, existen museos que se inscriben en lo que se ha denominado el sector de las artes y que son elementos claves para atraer visitantes locales y foráneos, importantes a la hora de construir planes de desarrollo turístico de la zona.
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