El cambio climático está intensificando los eventos climáticos extremos (ECE), como olas de calor, sequías prolongadas, lluvias torrenciales y ciclones tropicales, que representan una amenaza significativa para la biodiversidad. Estos eventos, caracterizados por su naturaleza abrupta e intensa, están aumentando en frecuencia, duración e intensidad, lo que genera impactos profundos en los ecosistemas, como la pérdida de hábitats, interrupciones en los ciclos de vida y colapsos poblacionales. A pesar de su gravedad, existe una falta de conocimiento sobre las regiones del planeta que estarán más expuestas a uno o más ECE en el futuro. Esta brecha de información limita nuestra capacidad para anticipar sus efectos y diseñar estrategias de conservación efectivas. Este proyecto tiene como objetivo mapear globalmente la exposición futura a cuatro tipos de ECE (olas de calor, sequías prolongadas, lluvias torrenciales y ciclones tropicales) mediante el uso de proyecciones climáticas de modelos de sexta generación (CMIP6). Para este fin, se utilizarán 32 métricas que evalúan la intensidad, duración, frecuencia y las interacciones entre estas dimensiones de cada ECE, utilizando datos climáticos históricos y proyectados con una resolución espacial de 0.5° × 0.5°. Las proyecciones se realizarán bajo tres escenarios socioeconómicos del IPCC: SSP126, que asume una transición hacia la sostenibilidad global; SSP370, centrado en rivalidades regionales y medidas climáticas limitadas; y SSP585, que refleja un desarrollo basado en combustibles fósiles con altas emisiones. A partir de las métricas, se analizarán tendencias históricas y proyecciones futuras para identificar regiones con alta exposición a ECE, así como refugios climáticos con baja exposición que puedan actuar como zonas prioritarias para la conservación de la biodiversidad. Se espera que los resultados permitan priorizar acciones en áreas críticas, fortalecer la conectividad ecológica y diseñar estrategias adaptativas para mitigar los impactos de un clima cambiante. Este estudio representa una contribución clave para integrar los efectos de los ECE en la planificación de la conservación global, ofreciendo un insumo esencial (mapa) para garantizar que las acciones de protección y conservación futuras permitan la persistencia de especies y ecosistemas frente a un futuro climático incierto.