Los arrecifes de coral son ecosistemas complejos que proveen una gran cantidad de servicios. Son considerados como oasis en un desierto, porque a pesar de vivir generalmente en aguas oligotróficas, tienen una altísima productividad primaria y sostienen una porción importante de biodiversidad marina. La estructura tridimensional de los corales pétreos permite la presencia de refugios para muchas especies, y de aquí un alto nivel de especialización. A pesar de su importancia tanto para los océanos como para las poblaciones humanas costeras, estos ecosistemas se encuentran en crisis, en particular en el Mar Caribe, donde desde hace 40 años se ha presenciado un cambio de fase, pasando de un ecosistema dominado por corales a un ecosistema dominado por macroalgas. Este cambio estructural coincidió con el colapso de una especie de erizo, Diadema antillarum, en 1983-84 debido a una epidemia de origen desconocida. La reducción drástica de las poblaciones del erizo negro causaron su extinción funcional, es decir, la perdida del rol ecologico que este animal cumplía en los arrecifes (controlar el crecimiento de las macroalgas). Debido a la sobrepesca de grandes peces herbívoros desde los años 40 del siglo pasado, el erizo negro era la única especie en la cuenca Caribe con capacidad de controlar la abundancia de macroalgas en ambientes arrecifales. Una vez que sus poblaciones capitularon, se observó un lento pero constante cambio de fase, de un ecosistema dominado por corales a uno dominado por macroalgas.
En Colombia, más del 75% de los arrecifes coralinos del país se encuentran en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Desafortunadamente, no hay estudios sobre las densidades poblaciones de Diadema antillarum pre-epidemia, y tampoco después, por lo tanto el estado del erizo negro a nivel local se desconoce. |