El cuerpo es el primer territorio que habitamos, ocupa y es espacio, así que el ambiente construido es inseparable del conjunto de relaciones e intercambios que en el espacio tiene lugar. El cuerpo envuelve el cuidado como una actividad específica que incluye todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar nuestro mundo, de manera que podamos vivir en él tan bien como sea posible. Ese mundo incluye nuestros cuerpos, nuestro ser y nuestro ambiente, todo lo que buscamos para entretejer una compleja red del sostenimiento de la vida (Fisher y Tronto 1990 en Tronto, 2005, Cuando la ciudadanía se cuida. Congreso Internacional Pare, p. 3), desde cinco fases: reconocer la necesidad de cuidar, atender, cuidar, recibir cuidados, y cuidar con (Tronto, 2005).
Estas fases las gestionamos desde nuestro cuerpo en ambientes construidos como la vivienda con cuidado no remunerado proporcionado por una red extensa de trabajo feminizado, y en los equipamientos de servicios urbanos con trabajo de cuidado remunerado y no remunerado. Sin embargo, el ámbito espacial no es un espacio neutral en relaciones de género, porque no se habita de igual manera ya que condiciona las prácticas cotidianas de los moradores y moradoras, así que la vivienda no es neutra ni universal, es interseccional porque se habita diferenciada por género, etnia, edad, clase, condición económica. Además que cubre la necesidad de alojamiento y abrigo y posibilita cuidado, y sus atributos espaciales inciden y condicionan las fases del cuidado y su calidad.
Vista esta relación entre habitabilidad como condición de lo habitable y cuidado en la vivienda, interesa registrar tipologías de vivienda que se publicitan como reflejo espacial del rol feminizado que gestiona con cuidado; además de indagar por las estrategias espaciales que se han venido divulgando para proyectar vivienda con perspectiva de género, para ser revisados como indicadores de habitabilidad en la vivienda. Aceptamos que se requieren de ambientes construidos que cumplan estándares físicos, objetivos y adecuados de habitabilidad. Sin embargo, estas cuestiones nos llevan a reflexionar como en la lectura de la habitabilidad como condición de lo habitable, se puede incorporar desde el enfoque del cuidado, que el ámbito espacial también genera daño cuando hay privación del valor de necesidades básicas, entendiendo que el valor de abrigo y la permanencia para el desarrollo de la existencia humana, lo es en la vivienda como necesidad básica. |