Moramos buscando cubrir la necesidad de abrigo. Saldarriaga define esta habitabilidad como un conjunto de condiciones físicas y no físicas del espacio, que permiten la permanencia humana, su supervivencia, (...), la gratificación de su existencia (Habitabilidad. 1981), lo que expone un estado de latencia en la producción del espacio desde el cuidado. No obstante, dos vertientes descubiertas en el estado del arte sobre estudios de habitabilidad en el espacio construido de América Latina y el Caribe: 1) desde los atributos físicos intrínsecos de los ambientes construidos, para diagnósticos desde estándares de habitabilidad; 2) desde las formas de apropiación y adaptación al espacio construido, en atención a las percepciones, experiencias y expectativas de los moradores. El enfoque primero es el imperante en los diagnósticos sobre áreas residenciales y para constituir déficit habitacional. Así que se entiende la vivienda como una necesidad básica que cumpla con estándares universales estipulados desde la década de 1940 por Naciones Unidas, - lo que llamamos características de necesidades-, sin atención a contextos geoclimáticos, culturales, menos a la experiencia en el habitar.
El confinamiento por pandemia de la Covid19 entre 2020 y 2022 en el mundo, ha puesto de relieve la reflexión sobre la habitabilidad en la vivienda desde el cuidado con el Quédate en casa. No obstante, la habitabilidad mínimamente se observa en la relación formas de habitar y adaptación al espacio construido -segundo enfoque-. Consideramos esta relación una triada del cuidado: ámbitos del cuidado como la vivienda; tipo de relación entre el cuidador y quien es cuidado, que conlleva a un tipo de remuneración por las actividades de cuidado; actividad del cuidado que puede enmarcarse en lo que conocemos como formas de habitar. La casa es considerada un ámbito privado, y así el cumplimiento de la triada del cuidado es estipulado implícito mayoritariamente al género femenino, como un rol naturalizado para que se mantenga esta triada del cuidado como parte fundamental de las sociedades contemporáneas lo más satisfactoria posible. Así que el no sufrir daño cuando se habita y se cuida en condiciones socioespaciales inadecuadas y precarias queda en manos de este rol dentro de la vivienda. Por ello no hay interés por parte de los estados en construir indicadores de habitación para indicar el daño por la privación de características de necesidades básicas en el acto de habitar como lo es la vivienda.
Vista esta relación entre habitabilidad y cuidado en la vivienda desde un estado del arte, con enfoque en criterios orientadores para proyectación de ámbitos domésticos, sea o no en confinamiento, entendemos que se requieren de dispositivos socio espaciales que cumplan estándares físicos y objetivos de habitabilidad, y que el rol de los indicadores de déficit de habitación es constituirse en componentes objetivos del derecho a la vivienda. Sin embargo, que las características de una necesidad básica como lo es la vivienda en su condición de abrigo sean interpeladas cuando se genera daño patrimonial y no patrimonial en la relación de la triada del cuidado, que es también producción de espacio. |