Actualmente, en el ámbito internacional existe un marcado interés por la adopción e implementación de medidas efectivas para erradicar la violencia y la discriminación contra la mujer, como se denota en la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará). Igualmente, dicho interés se ha extendido al escenario nacional, como lo denota la Ley 1257 de 2008 “Por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres”. Puntualmente, una de las formas de violencia más difíciles de erradicar corresponde a los estereotipos de género, ya que, al ser “pre-concepción[es] de atributos o características poseídas o papeles que son o deberían ser ejecutados por hombres y mujeres” (Corte Interamericana de Derechos Humanos, 2009, párr. 401), su diagnóstico es complejo al ser inconscientes o sencillamente no percibirse como prejuicios (Niño, 2019 y Clérico, 2018). Dichos estereotipos son transversales a todos los escenarios sociales, incluyendo el judicial (West, 2010), y en el contexto colombiano han constituido un obstáculo para las mujeres en el acceso equitativo a la administración de justicia. Al respecto, desde una década atrás han sido detectados prejuicios en la jurisprudencia penal, puesto que las pruebas han sido valoradas conforme lecturas androcéntricas (Buenahora; Benjumea; Poveda; Caicedo; Barraza, 2010). Actualmente, esta situación persiste, como lo evidenció la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, al advertir que los jueces continúan empleando estereotipos de género para proferir sus decisiones, con lo cual vulneran el derecho de las mujeres al acceso equitativo a la justicia (Sentencia SP2136-2020, en igual sentido SP3261-2020). Además, existen indicios de que la propia Corte ha incurrido en estereotipos, como lo denota el salvamento de voto a la sentencia SP123-2018, en la que los magistrados disidentes señalaron que la Sala se basó en sus preconcepciones subjetivas, para confirmar la absolución del procesado por el delito de pornografía infantil. En suma, si bien la Corte ha avanzado en la identificación y eliminación de estereotipos, aún existen prejuicios que permean sus providencias. Entonces, el enfoque de género en decisiones judiciales tiene como reto el diagnóstico especifico de los estereotipos invisibilizados, ya que con esto contribuye a la erradicación de la discriminación contra la mujer. Así pues, es necesario que estas ideas preconcebidas, tan interiorizadas en la sociedad, sean develadas para evitar caer en ellas. De allí que sea pertinente, a través de un observatorio de investigación, diagnosticar los estereotipos de género en las providencias penales, lo que implica cuestionarse cuáles son esos estereotipos que han permeado las decisiones judiciales en materia penal, tanto los que ya han sido identificados por la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, como los que aún persisten en las providencias de esta Sala, para el periodo comprendido entre 1980 (expedición del Decreto-Ley 100 de 1980, anterior Código Penal) y el presente. Dicho periodo de análisis abarca el anterior Código Penal y el actual, para así observar cambios legislativos y su relación con los estereotipos en las providencias de la Sala. Para dar respuesta a tal interrogante se utilizará el análisis de contenido (López-Noguero, 2002), combinado con la recolección de la información a través de variables categóricas, lo cual permite aplicar técnicas estadísticas para describir su comportamiento e identificar posibles asociaciones entre ellas (Mendenhall & Beaver, 2010). De este modo, se obtendrá un diagnóstico de los estereotipos que la Sala de Casación Penal ha definido en su jurisprudencia entre 1980 y 2021, y también aquellos que probablemente siguen permeando sus decisiones.