Colombia es un país de vocación marcadamente forestal si se tiene en cuenta su gran diversidad de climas y su variada topografía. Se estima que de los 114 millones de hectáreas que conforman el territorio nacional, Se cuenta con 50 millones óptimas para la reforestación, que por su topografía pendiente a escarpada no son aptas para la agricultura o la ganadería. Aunque la reforestación en Colombia no ha recibido el apoyo y estímulo que esta actividad amerita, el país viene incrementando las áreas plantadas con algunas especies como pinos, eucaliptos, ciprés, acacia, teca y otras, alcanzando en la actualidad cerca de 390.000 hectáreas. Es apenas lógico esperar que en la medida que se incrementan las áreas con plantaciones homogéneas, aparezcan nuevos problemas bióticos ocasionados por insectos plagas o por microorganismos fitopatógenos que afectan las especies plantadas hasta el punto de constituirse en amenaza para el rendimiento de las plantaciones y la rentabilidad de la inversión. La posibilidad de aplicación de medidas preventivas o de control que minimicen tales riesgos son directamente proporcionales al conocimiento que se tenga de los organismos que los causan, su biología, hábitos, ecología, daños que ocasionan y condiciones ambientales que favorecen sus explosiones poblacionales. También es importante anotar que el conocimiento de los insectos y microorganismos que atacan a cada especie forestal y el daño que ocasionan, permite realizar análisis previos de riesgos antes de plantar una determinada especie o variedad en un determinado sitio. En general la reforestación comercial en Colombia no evalúa los riesgos fitosanitarios y las pérdidas económicas que esto conlleva, y dado que la inversión es alta y de largo plazo amerita herramientas que permitan disminuir el riesgo. Las plantaciones de ciprés, pinos, eucaliptos, acacias, gmelina y teca en Colombia y otros países han venido presentando problemas por insectos defoliadores que representan una amenaza para el sector y que por lo tanto ameritan esfuerzos tendientes a controlar tales plagas y a atenuar los daños que causan. Uno de los métodos tradicionales de control de plagas agrícolas, forestales y pecuarias ha sido el uso de insecticidas químicos, pero dada la funesta lista de secuelas indeseables a nivel mundial, su uso ha venido siendo restringido y en muchos casos prohibido, muy especialmente en cultivos y plantaciones certificadas o en proceso de certificación. Esto implica la necesidad de buscar otras alternativas tendientes a controlar las plagas y/o prevenir sus brotes poblacionales. Las acciones e investigaciones tendientes a buscar soluciones a estos problemas no han sido aún emprendidas, como debería ser, por entidad oficial alguna y es así como los aportes científicos y técnicos en entomología y en patología forestal, han sido acciones aisladas de algunas empresas y algunos investigadores interesados en este campo, en muchos casos, con recursos propios. Actualmente existen esfuerzos aislados en investigación en sanidad, por parte de empresas forestales, pero sus resultados no están disponibles para todo el gremio, ni abordan todos los problemas ocasionados por artrópodos plagas y microorganismos fitopatógenos en plantaciones forestales. Esto motiva algunas reflexiones que deben anteponerse a cualquier definición sobre quién debe producir y financiar la investigación: 1. La reforestación, además de actividad económica, cumple importantes funciones ambientales y sociales, como son control de la erosión, regulación de escorrentía, protección de cuencas hidrográficas, amortiguación de la presión destructiva sobre el bosque natural y captación de CO2, entre otras, temas éstos que ameritan de parte del estado una atención prioritaria. 2. El margen de rentabilidad de la reforestación, teniendo en cuenta los actuales mercados de la madera, es relativamente estrecha.3. Las entidades crediticias no incluyen en sus planes de finan