La electricidad es fundamental para el desarrollo industrial y económico de un país, si una región pretende alcanzar un crecimiento en sus niveles de producción debe enfrentar incrementos en su demanda de energía. Por tanto, los hacedores de política, presentan el desafío de aumentar la capacidad instalada de generación de una manera acorde con las necesidades de la población, conciliando intereses de los agentes en los aspectos económico, legal, ambiental, social, entre otros. Inicialmente, las actividades del sector eléctrico eran monopolios integrados de una manera vertical, mayormente con propiedad pública (en algunos países eran de propiedad privada, con una regulación especial por parte del gobierno). La planeación y toma de decisiones eran centralizadas. Sin embargo, a partir de la década de los 80 se evidenciaron deficiencias, entre ellas se encontró la incapacidad por parte de las empresas monopólicas para satisfacer la demanda de los usuarios, así como costos crecientes debido a que los usuarios debían asumir las ineficiencias en la gestión de las empresas eléctricas. Por esta razón, se vio la necesidad de liberalizar el mercado eléctrico, con el fin de mejorar la eficiencia económica y de suministro de este mercado. El nuevo modelo económico presentado, los estados dejaron de asumir la expansión del sistema, y pusieron en manos de los inversionistas privados (o públicos con autonomía) la decisión de expandir la capacidad de generación, pero en escenarios de riesgos e incertidumbre. Esta liberación ha conllevado a la creación de un mercado competitivo, en el que las industrias eléctricas traten de hacer la mejor estrategia de inversión, de acuerdo con sus capacidades económicas, objetivos fijados y haciendo uso óptimo de los recursos, buscando siempre la maximización de los ingresos. Para adaptarse a este modelo, los generadores requieren nuevos mecanismos de planificación estratégica, que regulen sus inversiones en periodos de largo plazo. Sin embargo, esta situación ha provocado la aparición de un nuevo problema, la planeación de la expansión de la capacidad. Según Tekiner-Mogulkoc, Coit, y Felder (2015), lo que busca la expansión de generación, es identificar el tiempo adecuado para invertir, la tecnología para satisfacer la demanda de una manera eficaz, la localización adecuada, entre otros. Por lo anterior, se ha visto la necesidad de determinar portafolios de inversión que permitan maximizar beneficios de los generadores y atender la demanda eléctrica de manera eficiente. Investigadores como Botterud, Ilic y Wangenstee (2005) proponen, mediante la teoría de juegos, decisiones estratégicas adecuadas para los generadores y Santos, Soares, Mendes y Ferreira (2014), han mostrado interés por desarrollar una composición de la canasta energética óptima, utilizando varias metodologías, entre ellas las opciones reales.