El presente trabajo busca ofrecer una comprensión de cómo un ser vivo alcanza su carácter de individuo y cómo esta individualidad propia es condición de su vida consciente, es decir, cómo su individualidad condiciona la manera como el ser vivo da sentido al mundo. Se intenta defender con ello la tesis de que la individualidad viva precede a la intencionalidad y, con ello, se constituye como condición del aparecer de los fenómenos. Hay que tener en cuenta, no obstante, que esta individualidad, al corresponder a un ser vivo, está condicionada por las condiciones naturales y por la naturaleza mortal del individuo que lo obligan a realizarse a sí mismo a través del cambio constante y de la resistencia a su natural tendencia a la muerte. Es en esta dialéctica de la búsqueda de individualidad y de resistencia frente a las condiciones que el individuo vivo logra su realización como entidad autónoma capaz de dar un sentido a su mundo circundante y de constituir su intencionalidad como manera de abrirse horizontes de sentido. Esta apertura de horizonte no sólo es un despliegue de una conciencia ideal que recurre a sus posibilidades sino especialmente una exploración de un cuerpo animado que navega su entorno y que habita los objetos con los que se relaciona y los lugares en donde se mueve. Por ello, cuando hablamos de un individuo vivo tomando en cuenta su materialidad, hablamos específicamente de un cuerpo animado que habita un mundo.
Para llevar a cabo el trabajo, lo dividiré en tres partes principales: en la primera parte, exploraré el problema de la individualidad en el marco mecanicista; en la segunda parte desarrollaré mi propuesta de constitución de individualidad en tres etapas interconectadas que van desde la potencialidad pura de movimiento hasta la constitución de sentido pasando por la dialéctica entre el individuo autónomo y el mundo material; por último, sugeriré algunas conclusiones y posibilidades de investigación posterior.
El enfoque de la primera parte será principalmente la teoría de Kant sobre la teleología natural y sobre la diferencia entre biología y física. Para Kant, las leyes de la razón sirven para explicar el mundo mecánico, pero son insuficientes para el mundo biológico. Sin embargo, una teoría naturalista de la biología, al carecer del recurso a la intervención divina, debería poder explicar cómo los seres vivos actúan sin seguir un diseño preestablecido. Mi interpretación en este punto es que el problema para Kant es explicar cómo se mantiene el orden que hace de un ser vivo una unidad material y, contra Kant, quisiera plantear que ese orden no es un añadido heurístico del observador para explicar la complejidad del ser vivo, sino que es un aspecto ontológico que define a cada ser vivo, comenzando por el observador mismo.
Este aspecto ontológico lo desarrollo en la segunda parte en tres etapas principales: Primero, afirmando que el ser vivo tiene una capacidad intrínseca e incomunicable de ser agente de sus propios movimientos y, por lo tanto, existe como una potencia de auto-movimiento. Segundo, resaltando que esta potencia se realiza reactivamente como resistencia a la tendencia del mundo físico al desorden: el ser vivo como ser material está sujeto a las leyes de la entropía que lo hacen tender al desorden, pero al mismo tiempo tiene una posibilidad intrínseca de movimiento propio que lo hacen buscar conservar su orden propio y su existencia individual que se va desarrollando a través del tiempo como una dinámica constante de adaptación y resistencia. Por último, esta dialéctica entre individuo autónomo y materia decadente se va resolviendo en la constitución del sentido, de un mundo circundante en el que el que el individuo va configurando sus propios espacios de movimiento y sus propios objetos de conciencia. |