El concreto es uno de los materiales de construcción más ampliamente usados, con una tasa global de consumo aproximada de 25 Gt por año, lo cual corresponde a cerca de 3.8 t por persona año. Sin embargo, se reconoce también que los impactos ambientales de la producción del concreto son significativos. El sector de la construcción es reconocido como una fuente significativa de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI); cuando se consideran todas las emisiones GEI generadas por actividades humanas, se encuentra que la industria del cemento es responsable por el 3% de tales emisiones y además produce aproximadamente el 5% de las emisiones globales de CO2. Por otra parte, la generación de sobrantes de las actividades de demolición, excavación, construcción y/o reparaciones de las obras civiles, o de otras actividades conexas, complementarias o análogas; conocidas como Residuos de Construcción y Demolición (RCD); ha venido presentando un significativo incremento en las ciudades de forma paralela a su crecimiento económico. Así mismo, aunque los RCD pueden ser reciclados, por ejemplo como áridos en la elaboración de nuevo concreto, hay una escasa recuperación (principalmente de los correspondientes a material fino) asociada a la insuficiente prevención de la producción y reutilización de dichos RCD. Estos generan impactos ambientales entre los que se destacan la inadecuada disposición, reducción de la vida útil de rellenos sanitarios y sitios de disposición final, cambio paisajístico, contaminación de suelos y acuíferos en vertederos incontrolados, generación de material particulado, compactación y cambio de uso de los suelos, colmatación de los sistemas de captación de aguas lluvia y la eliminación de residuos sin aprovechamiento de sus recursos valorizables. De tal forma que la activación térmica de arcillas que resultan con baja actividad puzolánica para ser usadas como MCS, dada su composición química y mineralógica, y el correspondiente aumento de la reactividad para así mejorar el desempeño como MCS; se constituyen en una solución conjunta, que permitiría responder articuladamente tanto a la problemática de la escasa recuperación de este tipo de RCD, como a algunos de los impactos ambientales que genera la industria del cemento. Así, se plantea mejorar el desempeño como Material Cementante Suplementario, por un aumento en la reactividad, de un Residuo de Construcción y Demolición activado térmicamente. La evaluación previa de la reactividad puzolánica de arcillas activadas, permitió establecer Índices de Actividad Resistente (I.A.R) inferiores al 75% tanto a los 7 como a los 28 días. A partir de estos resultados, se definen los métodos para aumentar la reactividad: activación mecanoquímica y recocido. Los materiales mejorados seran caracterizados a partir de granulometría laser, área superficial específica BET y DRX. Una vez aplicados los métodos para el aumento de la reactividad, se procederá a determinar la actividad puzolánica de acuerdo al consumo de hidróxido de calcio y el Índice de Actividad Resistente, según la norma ASTM C311. Para el desarrollo de la parte experimental se propone la vinculación de un estudiante de pregrado y uno de maestría; en tanto que la fase correspondiente al análisis de resultados y modelación matemática de la reactividad puzolánica será llevada a cabo por el estudiante de doctorado.