Tradicionalmente las células fotoreceptoras animales se han dividido en dos categorías: los de tipo ciliado, que se hiperpolarizan con la luz y se acoplan a una proteína G de tipo t y los de tipo rabdomérico, que se despolarizan ante un estímulo de luz y utilizan una proteína G de tipo q. La existencia de un tercer linaje de células fotoreceptoras, descubierto recientemente, trae consigo nuevas incógnitas ya que, aunque se trata de un linaje de tipo ciliado, posee novedosos mecanismos de transducción, diferentes a los que se encuentran en los linajes tradicionales: la foto-estimulación activa proteínas G de tipo o, llevando a un incremento en los niveles de cGMP y la apertura de conductancias iónicas selectivas a potasio. Una opsina putativa ha sido identificada molecularmente en fotorreceptores pertenecientes a este nuevo linaje en un molusco, y resultó divergir profundamente de las opsinas canónicas tanto de vertebrados como de invertebrados. Moléculas ortólogas han sido posteriormente encontradas en el genoma de equinodermos y de pre-cordados, indicando una amplia distribución filogenética. Sin embargo, aún no se ha mostrado la funcionalidad de esta clase de moléculas, y por lo tanto su rol como pigmentos visuales queda por demostrarse. Un miembro de este novedoso grupo de opsinas putativas, denominada pScop2, ha sido clonado de la retina del molusco Pecten irradians y se ha determinado que se expresa selectivamente en la capa de los fotorreceptores ciliados del ojo de este bivalvo. Una característica sobresaliente de estas células es su viabilidad para estudios funcionales, con lo cual se ha acumulado un cuerpo sustancial de información sobre su fisiología - contrariamente a las demás especies en las cuales se han detectado fotopigmentos putativos de esta nueva clase. El presente proyecto busca aprovechar las ventajas de este modelo experimental y la disponibildad de información molecular sobre el supuesto fotopigmento, pScop2, para evaluar si es el responsable de su fotosensibilidad, utilizando tanto expresión heterologa como células nativas. Dicha demostración tendrá un impacto significativo para entender la historia evolutiva de la fotorrecepcion, confirmando un nuevo linaje de detectores de luz; además, la posibilidad de expresar una molecula fotosensible bi-estable que controla proteínas G puede tener implicaciones para uso biotecnológico.