La región del Carare, es una región que históricamente se ha constituido como un camino obligado de diferentes actores del conflicto, los cuales ha generado procesos de violencia que ha dado con un número significativo de víctimas por parte de la población civil. De este modo, para finales de los años 80s, la población decidió organizarse y formar una comunidad de resistencia no armada para responder a los fenómenos de violencia y ofrecer una solución política a los problemas de la región, de este proceso conjunto, en 1987 surge la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC). La decisión de actuar sin usar las armas obedeció a un rechazo colectivo a los mecanismos de victimización a los cuales había sido sometida la población durante largos años, es decir, la comunidad no quería usar los mismos métodos que sus victimarios. La región del Carare se ha caracterizado por una fuerte presencia de comunidades religiosas –actualmente se encuentran la Iglesia Pentecostal, Católica, Adventista y Evangélica- las cuales contribuyen al establecimiento de valores, imponiendo reglas de comportamiento, imaginarios de salvación, obligaciones para con la Iglesia y algún tiempo destinado a la oración. En 1987, su presencia fue clave para la formación de la Asociación pues todos los credos, por principio religioso rechazan el uso de la violencia. Es necesario tomar en cuenta que si bien, desde la religión se asume una resistencia basada en los principios generales que incluyen la no violencia, la defensa de la paz y el respeto por la vida; sus postulados no incluyen la acción o iniciativa colectiva para transformar las condiciones de la comunidad en conflicto, su accionar gira en torno a los designios de Dios y al mantenimiento de la fe. De esta manera, esta investigación pretende establecer las relaciones que se pueden dar entre el accionar religioso y el dogma que los guía con respecto a los procesos e iniciativas políticas de la ATCC