Desde que se crearon las prisiones, éstas han estado asociadas con enfermedad. En el siglo XVII hablar de prisiones significaba también hablar de tifus y enfermedades mentales, mientras que en el siglo XXI referirse a centros penitenciarios conduce a pensar en trastornos psicosociales y en enfermedades no transmisibles y transmisibles, como la tuberculosis (TB), por lo que los centros de reclusion representan un grave problema de salud pública. En el mundo actualmente, más de 9,25 millones de personas están privadas de libertad, y este número va en aumento. La incidencia de TB en centros de reclusión es 22,2 veces mayor que en la población general (95% IC:15,1–29,20) (OPS 2008), pero en nuestro país no se conocen datos al respecto (1). La mayoría de las cárceles y centros de reclusión están diseñados para maximizar la seguridad pública, pero no para minimizar la transmisión de las enfermedades infecciosas como hepatitis, VIH/SIDA, TB, entre otras. La TB es considerada como la mayor causa de muerte en las cárceles, debido a que la probabilidad de transmisión de organismos patógenos se incrementa con el hacinamiento, poca ventilación, retraso en la evaluación clínica, acceso disminuído a los elementos mínimos de aseo como agua y jabón, no uso de ropa limpia, insuficiente experticia en el control de infecciones, así como la prohibición en el uso de elementos de seguridad como condones y jeringas estériles y el traslado inesperado de los prisioneros que dificulta el seguimiento de los tratamientos (1,2,6). La transmisión de TB ha sido documentada desde los presos hacia los empleados de las cárceles, visitantes, voluntarios y entre otros presidiarios (2). La prevención de la infección por M. tuberculosis y el establecimiento de las medidas de control incluyen: la identificación temprana de los individuos con TB latente y activa, el aislamiento temprana de las personas infectadas, el establecimiento de áreas aireadas y el permitir completar de forma exitosa los tratamientos iniciados (1). Como en nuestro país se desconoce la magnitud real de la TB como problema de salud pública en nuestras cárceles, el presente estudio pretende caracterizar aspectos clínicos, epidemiológicos, microbiológicos e inmunológicos de la tuberculosis en la población carcelaria colombiana interna en la cárcel La Picota de Bogotá y proponer estrategias de control de la TB en estas poblaciones. Para cumplir con el objetivo se realizarán las siguientes acciones: búsqueda activa de SR; diagnóstico microbiológico (baciloscopia seriada de esputo y cultivo); determinación de la susceptibilidad antimicobacteriana a fármacos antituberculosos de primera y segunda línea; descripción de los antecedentes clínicos y sintomatología de los individuos SR; determinación de la prevalencia de infección latente en la población de estudio; estimación de la magnitud de la co-infección tuberculosis/VIH-SIDA y evaluación de la situación del programa de TB en la cárcel La Picota en los años 2008 y 2009. Los resultados del presente estudio permitirán generar un proceso de intervención y monitoreo de la TB, en las cárceles del país, alertando al Sistema Nacional de Salud de la situación real imperante dentro de esta población vulnerable, para poder tomar medidas de control efectivas que disminuyan la morbi-mortalidad causada por la TB en la población carcelaria del país.