“El lugar donde vive el ser humano, en sus dimensiones funcional e imaginaria, de forma individual y colectiva”, el hábitat (urbano) es más que un asentamiento humano concreto, una casa, con propiedades físicas y materiales mesurables y cuantificables. El hábitat urbano también es el lugar de las interacciones mutuas, el lugar histórico, social e imaginario, donde se consolidan los pactos colectivos, donde se comunican y negocian los contenidos ideológicos y donde se refleja la relación dialéctica entre la construcción material, la práctica social y la representación del lugar que se habita. En el hábitat urbano emerge un orden socialmente sancionado, formal o informalmente, de reglas, de comportamientos y de acciones colectivas, desde lo cual se plantea la discusión sobre lo público y sobre cómo se crea un lugar a partir de los actos colectivos y no individuales. “Crear un lugar (…) es poner en acción lo público y lo comunitario, lo común, lo del ciudadano de a pie, lo que se vive a diario en nuestra comunidad, en el riesgo de vivir, de pensar y de actuar” (1). El espacio público es más que el espacio construido o físico, es el espacio habitado, es el lugar que se apoya en todos los procesos y expresiones físicas pero que no se agota en ellas. El espacio público como producto físico, político y cultural, es un lugar de encuentro y de intercambio no solo económico sino simbólico, en el que los equipamientos físicos juegan un papel importante en la apropiación y en la participación democrática de los bienes públicos. La forma de habitar lo publico implica que en las interacciones entre las cosas, las acciones, las ideas y las emociones, emerge lo común de aquellos que usan el espacio público: prácticas urbanas y objetos públicos (equipamientos urbanos, obras de arte) que representan la expresión legítima de un modo de vivir y de ver el mundo (2), de ver el mundo público que se habita. En lo público se convoca la palabra y se construye la memoria colectiva, y son las expresiones sensibles como los objetos, los equipamientos y el arte público en general, quienes “detrás de su apariencia casual y utilitaria, adaptan y estructuran la fruición, la duda o el descontento, y en general toda la complejidad de los vínculos que establecemos con la otredad” (2). La memoria colectiva, una memoria transmisible en el tiempo, se conserva en buena medida “espontáneamente” en los órganos técnicos (3). En el caso del espacio público la memoria colectiva se construye y se cuenta en público y los lugares donde se producen y se difunden estos relatos, se apoyan de expresiones sensibles que convocan a los habitantes del lugar y que ponen en común la historia de la comunidad. Como dice Leroi Gourhan, hombre y técnica forman un complejo, son inseparables. Para el caso del espacio público, diríamos que el ciudadano común se inventa en el objeto público* y que el objeto público es inventado por el ciudadano común. Bajo este marco de referencia, el proyecto de investigación busca analizar la interacción entre la dimensión física del espacio público, lo que se ha venido denominado las expresiones sensibles, los acontecimientos propios de la vida en común, las imágenes que suscitan los lugares y las historias que son el relato de la vida humana y también de la vida biológica y natural, Aquí ganan trascendencia los lugares que mediante los objetos, las obras de arte público y en general los equipamientos urbanos, de carácter permanente o transitorio, narran acontecimientos e historias de la gente, referidas tanto a eventos de la vida cotidiana como a grandes hechos políticos y culturales que han atravesado la historia de la nación. Los lugares con acontecimientos asociados provocan representaciones urbanas de alto valor significativo y recordativo; naturalmente estas representaciones son inseparables de los objetos y de las expresiones físicas que las soportan, expresiones que albergan los eventos de la vida humana y que son referencia y apoyo de la identidad social. Reflexionar sobre cómo dichas representaciones generan imágenes colectivas urbanas y cómo estas pueden ser el resultado de los recursos perceptuales del espacio, de las expresiones sensibles (objetos públicos, arte público, equipamientos urbanos), permitirá no solo definir los lenguajes de la forma urbana en los espacios públicos con acontecimientos asociados, sino también las prácticas y reglas tácitas que se dan en dicho espacio y en consecuencia, las formas de interacción social , de producción de apropiación del hábitat urbano (1) GIRALDO Fabio. LA COMPLEJIDAD DEL LUGAR, en Ciudad y complejidad. Bogotá, Ensayo y error. (77 pgs.) (2) MARTIN , Juez, Fernando. (2002) CONTRIBUCIONES PARA UNA ANTROPOLOGÍA DEL DISEÑO. Editorial Gedisa. Barcelona (España) Pag. 23 (3) LEROI, Gourhan. André. (1971) EL GESTO Y LA PALABRA. Universidad Central de Venezuela. Caracas Venezuela