Ante la evolución del mundo contemporáneo, caracterizado tanto por el aumento sin precedentes de la población humana, como por la concentración de la misma en áreas urbanas de diferentes tamaño, es necesario indicar que la ciudad moderna, surgida en el contexto del proceso de industrialización de la civilización occidental, es un modelo del siglo XIX, mientras que en el siglo XXI el modelo de concentración urbana es la metrópoli, caracterizada por proceso de aglomeración urbana, que se han venido presentando indistintamente en diferentes regiones del mundo, lo cual implica una observación urgente y necesaria sobre los modelos de Gobierno urbano y sus impactos en los modelos de ordenamiento territorial. Sin embargo desde el punto de vista del gobierno de las sociedades y de los Estados contemporáneos, el gobierno de las áreas urbanas ha empezado muy recientemente a dinamizarse de cara a las demandas de diverso orden que permanentemente presentan los ciudadanos a sus gobernantes, con el aspecto diferencial de que las áreas urbanas contemporáneas parecen inducir a la aparición de reglas de gobierno diferentes a las de los grandes Estados. Pero las áreas urbanas, indistintamente si son grandes aglomeraciones o pequeñas áreas urbanas, siguen siendo gobernadas bajo el precepto del municipalismo, especialmente en aquellos países en donde el este régimen otorga condiciones de autonomía a los gobernantes locales, y a través de ello establece principios de participación política a sus ciudadanos. Empero las áreas urbanas, tanto por su tamaño como por la dinámica política, social, económica y hasta cultural que éstas implican, conllevan una realidad gubernamental que se diferencia del gobierno de los Estados-nación, tanto en su dimensión territorial como respecto a las respuestas que exigen los ciudadanos. En este contexto se hace necesario estudiar el Gobierno urbano, comprendido como un concepto complejo en construcción, que aún no marca un punto de referencia o de debate político frente a los mecanismos en las cuales puede ejecutarse las condiciones de gobierno de las áreas urbanas contemporáneas, marcadas por los procesos de aglomeración. De hecho en la transición del siglo XX al XXI han surgido diversas áreas urbanas que por su tamaño demográfico, su dinámica económica y su poder político, social y cultural, parecen tener más que muchos Estados. Piénsese por ejemplo en el poder que acumulan y representan ciudades como Nueva York, Londres, Shanghái o Singapur, lo que ha permitido que el modelo de las ciudades-Estado con el que se define ésta última se convierta en una referencia inevitable al hablar de los proceso de gestión de las ciudades. No obstante, aunque las complejas relaciones entre las áreas urbanas y los Estados, es un tema de tensiones y confrontaciones que aún no está resuelto, en donde se enfrentan los grandes entornos urbanos con las capacidades de gobierno, es menester resaltar que lo urbano está más allá de las instituciones que actualmente existen para el gobierno de las sociedades contemporáneas, casi todas concebidas cuando la mayoría de la humanidad aún vivía en áreas rurales o en pequeñas concentraciones urbanas. Esta misma condición de una realidad compleja entre procesos de urbanización, un entramado institucional que no parece contemporáneo y el creciente poder de las áreas urbanas, hace necesaria la elaboración de una definición del concepto de gobierno urbano que facilite, desde la filosofía y teoría política, el análisis del sistema de gobierno y su relación con las nuevas formas de transformación urbana y ordenamiento del territorio, en donde predomina lo urbano con una sociedad mayoritariamente afincada en las aglomeraciones urbanas, que desborda los límites político administrativos tradicionales y en donde es evidente que el Estado aún no tiene una apuesta estratégica de gobierno urbano frente a estas nuevas formas de aglomeración.