La segunda mitad del siglo XX marcó para Bogotá la mayor explosión demográfica de su historia, el fenómeno político de enfrentamiento de las bases populares de los partidos liberal y conservador, conocido como la Violencia, produjo en la ciudad la llegada de miles de campesinos expulsados por las dinámicas de confrontación y por el grado de degradación, al cual llegaron los procesos violentos de los años cincuenta. De igual forma, los insípidos desarrollos de la industria nacional en el nacimiento de empresas de alcance nacional fue factor atractivo para miles de campesinos pasaran de la cotidianidad violenta rural a un mundo urbano caótico.
Sin embargo el paso del campo a la ciudad y el auge de la economía urbana nacional, en comparación con las décadas anteriores, la cual demandó fuerza de trabajo, cada vez más numerosa, aunque logró elevar el número de habitantes dela ciudad no facilitó que los nuevos ciudadanos pudieran garantizar uno de sus derechos básicos fundamentales: la vivienda.
La conformación de proyectos barriales-populares, por sectores subalternos del mundo urbano de Bogotá y su zona de influencia, fueron hechos destacados de las clases populares que engrosaron las filas del proletariado capitalino en la segunda mitad del siglo XX, quienes se vieron en la necesidad de organizar núcleos de acción para la invasión de terrenos baldíos para garantizarse el derecho a la vivienda. Los diferentes repertorios de lucha de estos sujetos políticos, especialmente en la Central Nacional Provivienda (CENAPROV) y sindicatos como la CSTC, enmarcados en la organización, la movilización en forma de protesta; de acción directa violenta contra los actores armados estatales, más exactamente la policía; en lo jurídico, dada la capacidad de luchar dentro de la normatividad para justificar sus propósitos de acceso a una vivienda digna de calidad; y en lo electoral, en la capacidad de disputarse los principales cargos de elección popular para llevar sus aspiraciones, por ejemplo, a los concejos de Bogotá y Soacha.
Una vez invadidos y apropiados los terrenos baldíos, la construcción de los barrios de carácter popular demandó un gran esfuerzo y organización de los subalternos en la medida en que la unidad político-organizativa que les permitió forzar al poder establecido en reconocerles un lugar en la urbe luego se homologó en solidaridad de clase y en la construcción de consensos sobre el proyecto de barrio y ciudad al cual se aspiraba.
Esta dinámica de la necesidad de obtener una vivienda digna de calidad, la organización subalterna para acceder al derecho, la construcción de un proyecto de comunidad y la re apropiación, por parte de la población, en las luchas que dieron origen a su barrio son fundamentales a la hora de hacer una reconstrucción histórica en la cultura política de los subalternos.
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