La actividad cinegética en Colombia no ha sido muy documentada, pero es indiscutible el impacto socio-cultural que esta ha tenido en el desarrollo de la vida campesina, debido a que ha permitido la concepción de un tipo de perro de cacería criollo que según la zona del país recibe diferentes nombres: Chapolo, tinajero, fino y bramador. Este probablemente fue desarrollado a partir de sabuesos extranjeros traídos desde Europa y Norteamérica que debido a las particularidades de uso y entorno fue evolucionando y adaptándose a las condiciones del país, siendo seleccionado por los campesinos y diferenciado de los demás perros criollos por sus aptitudes para la caza y fenotipo, siendo un recurso zoogénetico poco conocido y estudiado se hace necesario la identificación y estudio que contribuya a conocer el tipo de perro, para promover su conservación y mantenimiento dentro de las comunidades campesinas y mediante estudios sociales, genéticos y morfológicos determinar la manera de mejorar dichas poblaciones y sentar un precedente en el país implementando estrategias para evitar su pérdida y promover su desarrollo como raza canina colombiana.