El espacio público funge como elemento clave del desarrollo del espacio y los grupos sociales que se adscriben al mismo, como vehículo de intercambios y procesos económicos, sociales, políticos y culturales que viabilizan y potencializan al individuo, al constructo social; así como a las relaciones que establecen con su entorno.
Visiones teóricas le asignan una taxativa significación, como la que nos presenta Arteaga Rosero (2007:15), en la cual se parte de la composición semántica del mismo (un nombre y un adjetivo) que adopta un carácter abstracto, y que por tanto se vuelve intangible; asegurando a renglón seguido que, si nos vamos a la concreción del idioma, ¿espacio puede significar la dimensión física y existencial donde se desarrolla la actividad, y de otra parte, público, puede denotar que el acceso a tal actividad esa libre a todos¿, se asume en él un carácter político, mediado por el entorno y sus características sociales, culturales y económicas. Otras, le asimilan a la ciudad misma en cuanto niegan su caracterización como un ¿suelo especializado¿ (Borja, 2003:29), le signan como instrumento de redistribución social, de autoestima colectiva, pugnando con el rol que el urbanismo debe asumir ante su construcción; no limita a lo político, prefigura un escenario en el cual este espacio trasciende a sus funciones primitivas, como la circulación y el intercambio.
Esta definición, nos acerca un poco más a Borja que Arteaga. Si bien el primero aboga por el espacio público como constitutivo de la inmanencia de los colectivos, también apunta que en la práctica urbanística moderna ¿se utiliza principalmente para referirse a espacios especializados (plazas, parques, zonas verdes) y a menudo ¿monumentalizados¿. Se distingue del espacio circulatorio y supone una reducción del concepto que hoy todavía persiste tanto en la normativa como en la opinión pública.¿ (Borja, 2010:319)
Como señala el catalán al citar a Marc Bloch: ¿La historia estudia, dice Bloch, ¿a los hombres en el tiempo¿¿, se hace siempre historia desde el presente, para entender e intervenir en el presente.¿ (Ibid:317); poniendo de manifiesto en su discurso una necesidad creciente de significarse no sólo desde la construcción de los grandes y complejos mecanismos sociales, también desde el entendimiento de las relaciones con el entorno y las mutaciones que el mismo presenta a raíz de las relaciones que en él se consolidan en el tiempo.
Para nuestro ejercicio, es válida la observación de este proceso de cambio en el municipio de Itagüí, ubicado en el sur del área metropolitana del Valle de Aburra, dadas las peculiares condiciones que éste presenta; entre las más relevantes para el caso: su dimensión territorial, que le ubica entre los municipios más pequeños del valle, así como la alta densidad poblacional que presenta, que es la más elevada en la misma zona.
Estos dos elementos plantean un reto a la actividad planificadora en esta jurisdicción y, en lo referente a Espacio Público, un inquietante panorama que se complejiza en el tiempo, dada la dinámica de crecimiento poblacional del municipio.
Múltiples reflexiones se han suscitado acerca del Espacio Público: como concepto, categoría, instrumento urbanístico, desde su valor social y cultural, así como desde su fisicidad, entre otros. En esta dinámica, parece pertinente la elaboración de un ejercicio de reflexión y análisis conceptual, legal y social que facilite el entendimiento de los procesos que han signado los desarrollos espaciales y de regulación territorial en el citado municipio, desde la observancia de la evolución de este concepto; así como la valoración del rol que éste ha jugado en la construcción y consolidación histórica de un cuerpo social, sus relaciones con el entorno; a la par de las diferentes significaciones que ha ostentado el mismo.
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