Esta investigación atiende a la construcción de un Pensamiento Ambiental que nos permita enfrentar los desafíos simbólico-bióticos de la sociedad contemporánea, en un tiempo en el que se torna evidente la profundización del fenómeno de la globalización que afecta las maneras como nos representamos el mundo, el hombre, la naturaleza y la vida.
La mejor manera de nombrar esta condición cultural, este contexto histórico en el cual acontece el pensamiento, es la era planetaria, una expresión utilizada por Edgar Morin para comprender que los desafíos de la humanidad van más allá de las problemáticas locales y se inscriben en la esfera global. Desde finales del siglo XX el filósofo de la complejidad ha venido advirtiendo sobre la necesidad de pensar la condición humana a escala planetaria. Para Morin es preciso reconocer que el ser humano está arraigado en el cosmos y en la cultura. De ahí su interés por orientar la educación hacia el reconocimiento de esta situación:
La educación del futuro deberá ser una enseñanza universal y primordialmente centrada en la condición humana. Estamos en la era planetaria; una aventura común se apodera de los humanos donde quiera que estén. Estos deben reconocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural inherente a todo cuanto es humano (...) Conocer lo humano es, principalmente, situarlo en el universo y a la vez separarlo de él (...) Interrogar nuestra condición humana, es entonces interrogar primero nuestra situación en el mundo (...) (Morin, 1991, p. 37)
A principios del siglo XXI, una década después de comprometer la educación con la era planetaria, Edgar Morin se pregunta si podremos enfrentar la extraña sensación que nos procura reconocer que no somos nada en el universo, pero somos todo para nosotros mismos. Su aventura implica pensar el destino dialógico de sapiens-demens, es decir, conservar la razón pero no encerrarse en ella, conservar la locura pero no ensombrecerse en ella. Pero quizás la pregunta con la que Morin logra reflexionar con mayor agudeza en torno a los desafíos de este tiempo, es aquella que arrastra toda una tradición, iniciada con el poeta Friedrich Hölderlin, continuada por Martín Heidegger y que desemboca en un auténtico cambio de rumbo: ¿Podremos un día habitar poéticamente la tierra? ¿Puede ser este habitar-poético otro horizonte de sentido, otra manera de comprender el devenir humano en el mundo de la vida?
En esto consiste el desafío del Pensamiento Ambiental en la era planetaria, en generar nuevas perspectivas que nos permitan comparecer ante esta pregunta por el habitar, por la vida, por el devenir del hombre en la naturaleza. Y si bien es un hecho que vivimos en una era planetaria, de ahí no se sigue que estemos condenados a vivir y habitar la tierra bajo las improntas de la globalización y la mundialización de la economía de mercado. Lo que busca esta investigación es reconocer la era planetaria mientras cuestiona las prácticas que hemos naturalizado en la aldea global. Podemos vivir en una era planetaria sin globalización. Allí reside el giro ambiental de la civilización occidental.
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