Las plantas producen una amplia gama de compuestos conocidos como metabolitos secundarios, los cuáles, les confieren ventajas adaptativas relacionadas con la defensa ante herbívoros o patógenos, protección conta condiciones ambientales adversas y atracción de polinizadores y dispersores de frutos y semillas. Dichos compuestos son utilizados por la sociedad para el tratamiento de enfermedades y el control de especies que generan daños a cultivos de importancia económica global. Sin embargo, a pesar de los prometedores usos que presentan los metabolitos secundarios de las plantas, existen enormes vacíos de conocimiento en términos de cómo se producen y qué estímulos pueden desencadenar su producción, con el fin de aplicar dicho conocimiento a estrategias biotecnológicas que se dirijan a fomentar una obtención controlada y dirigida de compuestos de interés. Tal es el caso de Piper cumanense una especie perteneciente a la familia Piperaceae, cuyo representante más emblemático es Piper nigrum, conocida comúnmente como pimienta negra, una especia utilizada desde hace siglos debido a sus propiedades medicinales y a sus aplicaciones como conservante natural de alimentos.
De P. cumanense se han aislado derivados de ácido benzóico, principalmente de hojas y tejidos reproductivos, que presentan actividad contra B. cinerea y F. oxysporum, hongos fitopatógenos que generan importantes daños a varios tipos de cultivos; también con extractos de esta especie, se ha evidenciado actividad leishmanicida y molusquicida. Debido a los prometedores usos de los compuestos producidos por esta especie, se ha realizado un proyecto conjunto por grupos de investigación del Departamento de Biología y el Departamento de Química, en el cuál mediante el cultivo de tejidos vegetales se ha buscado inducir la producción de estos metabolitos en células y plántulas cultivadas en condiciones controladas, sin embargo, aún no se podido inducir su producción lo que indica que existe un factor externo que estimula su biosíntesis. Como parte de la estrategia para lograr esto, se debe analizar en detalle en cuáles órganos y tejidos en particular se están produciendo dichos compuestos, relacionando esto con la fenología de la planta, es decir, con los ciclos naturales de producción de flores y frutos que responden a variaciones climáticas. Para ello, tiene pertinencia un estudio de anatomía vegetal e histoquímica de tejidos, que mediante el uso de tinciones diferenciales y técnicas analíticas como la cromatografía líquida de alta definición (HPLC por sus siglas en inglés) permitan establecer los tejidos específicos donde se producen los derivados de ácido benzoico y otros metabolitos secundarios relacionando esto con las variaciones macroclimáticas de la zona donde está la población de dichas plantas. |