Con la llegada de los conquistadores españoles se introdujeron ovinos al continente americano (Pastrana y Calderón, 2001). Los ovinos que se distribuyeron durante los viajes de Colón, constituyeron la base racial del ganado lanar en América (Muñoz y Barajas, 2000). En Colombia, las razas que entraron por la costa del Caribe, probablemente por la Guajira, dieron origen al Ovino Criollo Colombiano (Pastrana y Calderón, 2001): Ovino Criollo Colombiano de Lana (OCCL), Ovino Moro Colombiano (OMC), Ovino Criollo Colombiano variedad Sudán (OCCS), Ovino Criollo Colombiano variedad Etíope (OCCE) y Ovino Criollo Colombiano variedad Abisinio (OCCA). El criollo es un animal rústico, de gran fertilidad y de importancia económica para Boyacá, Cundinamarca, Nariño y Santander, su amplia adaptación hace que fácilmente se encuentre desde las zonas áridas de la Guajira hasta los páramos húmedos de la zona Andina (Prada y Vásquez, 1992). Según la FAO (2005) el inventario ovino en Colombia es de 2.180.000 animales con una tasa de crecimiento negativa del 1%. El sector ovino en Colombia, se maneja en sistemas de producción extensivo, sin información, ni control, baja productividad y calidad (Grajales et al., 2007). En las producciones se realizan cruces sin mayor criterio técnico, razón por la cual los resultados tienden a alejarse de las características zootécnicas que identifican a cada raza (Prada y Vásquez, 1992), lo anterior se ve reflejado en los ovinos criollos de pelo: OCCS, OCCE y OCCA los cuales son cruzados indiscriminadamente con razas foráneas, desconociendo la riqueza genética que pueden tener debido a su proceso de adaptación a las condiciones tropicales. El estudio de la diversidad genética es una herramienta primordial para el conocimiento de los recursos zoogenéticos, debido a que es fundamental para el mejoramiento genético sostenible puesto que facilita una rápida adaptación a cambios necesarios e imprevistos para el desarrollo de los sistemas de producción ya que no es posible predecir con objetividad cuales características podrán ser útiles en el futuro. Por lo tanto, un elemento clave como estrategia de conservación debe ser la caracterización de las razas o poblaciones con el fin de obtener un cuadro general de la diversidad genética existente (Egito et al, 2007). En el país no existen estudios sobre la diversidad genética y el grado de estructuración genética en ovinos criollos, lo cual permitiría realizar planes de mejoramiento para optimizar su productividad, además sería un aporte valioso debido a que permitiría identificar parámetros genéticos que son de gran importancia en programas de conservación, con el fin de mantener sistemas de producción sostenible, capaces de responder a las necesidades del consumidor en la cadena de seguridad alimentaria. Actualmente, La Red Conbiand (Asociación sobre la Conservación de la Biodiversidad de los Animales Domésticos Locales para el Desarrollo Rural Sostenible) que agrupa a 19 países Iberoamericanos, entre ellos Colombia, lleva a cabo el proyecto Diversidad Ovina Iberoamericana (http://biovis.jimdo.com/), cuyos objetivos principales son: Caracterizar genéticamente las razas ovinas de Iberoamérica con microsatélites de ADN y analizar las relaciones genéticas entre los ovinos de Iberoamérica. A este se ha unido el Grupo de Investigación Recursos Zoogenéticos de la Universidad Nacional sede Palmira (http://201.234.78.173:8080/gruplac/jsp/visualiza/visualizagr.jsp?nro=00000000004452), con el proyecto Diversidad genética de ovinos criollos de pelo en el Valle del Cauca, con la finalidad de aportar los resultados a las actividades científicas que adelanta la red.