Con el sostenido ascenso del siglo XXI, alrededor de los profundos como crecientes avances tecnológicos, técnicos y científicos, se han gestado una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que permiten sostener con determinación que, dentro del plano de una economía globalizada, la interdependencia de las relaciones transversales al ordenamiento jurídico y social de un país, erigen al sistema financiero y al mercado de capitales como los pilares esenciales sobre los cuales se proyectan, construyen y desarrollan los objetivos de su política económica. Consciente de las consecuencias que se derivan de los avances e innovaciones tecnológicas, la industria financiera, no ajena a esas circunstancias, ha encontrado la oportunidad de transformarse y de contribuir en dichos procesos desde su concepción y articulación, buscando promover y proveer seguridad a las relaciones económicas establecidas entre los agentes del mercado. Con todo, la introducción de tecnologías disruptivas, sumada a las consecuencias de la crisis económica de 2008 y la constante búsqueda de eficiencia financiera por parte de los agentes del mercado, han dado origen a la utilización de nuevas tecnologías como blockchain, la robótica y la inteligencia artificial, han dado origen a una transformación del ecosistema financiero y de la forma como se interrelacionan los proveedores de servicios y los consumidores. Esta aplicación de la tecnología al mundo financiero es lo que se conoce como Fintech (por sus siglas en inglés Financial Technology). En ese orden, se tiene como objetivo principal estudiar las regulaciones inherentes al asunto, así como analizar los aspectos técnicos, su operación, riesgos e interacción con lo consumidores.