Las misiones religiosas del siglo XVIII estuvieron atravesadas por las luces de la razón, se trataba no sólo de reducir y evangelizar indios, sino también de reducir, evangelizar y civilizar a esos bárbaros y salvajes que se encontraban en los márgenes del Imperio. Insertarlos a la vida civilizada y hacerlos útiles a la economía real era la nueva fórmula con la cual los misioneros debían emprender sus avanzadas. Las misiones y reducciones de los ríos Caquetá y Putumayo estuvieron inscritas en un proyecto de mayor escala, que las unía con las misiones de los ríos Napo y Maynas y con las otrora misiones realizadas en el continente. |