Se estima que para el año 2050 se requerirá un aumento del 70% en la producción agrícola, teniendo en cuenta el aumento de la población mundial a nueve mil millones, junto con la mejora en el nivel de vida (FAO 2011). Este aumento tendrá que alcanzarse en la misma superficie terrestre o menos de la que se usa actualmente (Godfray et al., 2010), lo que exige una mayor producción de los cultivos. Los retos frente a estos cambios de clima, exigen la toma de decisiones con relación al futuro de la agricultura, entre otros. Será necesario tener cultivos más productivos y amigables con el ambiente, por lo tanto, se tendrá que hacer más con menos (Conference Emerging Technologies for Global Food Security: Mobilization to the Developing World, http://conference.gifs.ca/, 2016). Los países en vía de desarrollo como Colombia, tendrán que hacer un gran esfuerzo, en cuanto a la generación de conocimiento básico, que contribuya a la comprensión de rasgos de interés agrícola, como resistencia a enfermedades y estrés hídrico. Cultivos que sean aceptados por los agricultores por sus rendimientos y resistencias a estreses bióticos y abióticos y que presenten mejores valores nutricionales para los consumidores pueden hacer la diferencia conduciendo al desarrollo de cultivos sostenibles desde el punto de vista agrícola y como alimentos para la población. Las cambiantes condiciones climáticas con temperaturas extremas y los patrones de precipitación erráticos están causando inestabilidad en los rendimientos de los principales cultivos. En las últimas tres décadas la mayoría de las regiones cultivadas han experimentado fluctuaciones en el rendimiento de los cultivos debido a las variaciones climáticas (Ray et al., 2015). Esta situación exige la selección de cultivos con mayores rendimientos, eficiencia en el uso del agua, una mayor tolerancia al estrés abiótico (altas temperaturas, sequía, inundaciones, heladas), mayor resistencia a plagas y enfermedades y cultivos con mejor calidad nutricional (FAO 2011). El conocimiento de la respuesta de las plantas al déficit hídrico, ha adquirido cada vez más importancia, ya que la mayoría de los escenarios de cambio climático sugieren incrementos de pérdidas en los cultivos, debido a la creciente escasez de agua (Ray et al., 2015). Se pronostican graves problemas en el crecimiento de las plantas a causa del déficit hídrico en más del 50% de las tierras cultivables para el 2050 (Vinocur y Altman, 2005; Kasim et al., 2013). Diferentes investigadores han reportado disminuciones en las cosechas (Lobell et al., 2011; Lobell et al., 2014), además de advertir de los impactos en la futura producción agrícola mundial, debido a la limitada disponibilidad de agua en los cultivos (Ruane et al., 2014). Por otro lado, el cambio climático altera las etapas y las tasas de desarrollo de plagas y patógenos, modifica la resistencia del huésped y produce cambios en la fisiología de las interacciones planta-patógeno. Las consecuencias más probables son los desplazamientos obligados de cultivos a otras altitudes o regiones, cambios en la distribución geográfica de los patógenos y pérdidas de cultivos (Tonnang et al., 2015; Biber-Freudenberger et al., 2016). Los recientes desarrollos en técnicas experimentales y de modelación ofrecen una considerable promesa, para la evaluación y mitigación del impacto del cambio climático en las enfermedades de las plantas. La propuesta Respuestas de la papa frente al estrés hídrico y la resistencia a enfermedades responde a: i) la formación de talento humano, ii) fortalecimiento de capacidades científicas y iii) generación de conocimiento útil para la toma de decisiones en programas de fitomejoramiento, especialmente para el caso papa y iv) al fortalecimiento de grupo de investigación genética de rasgos de interés agronómico. El presente proyecto contribuirá a la formación de dos estudiantes de doctorado y a la formación de un estudiante de pregrado.