El objetivo de un sistema de producción bovina, ya sea de carne o leche, debe ser encaminado a que las vacas queden gestantes en el menor tiempo posible después del parto (Hess, 2003; citado por Salas, 2011). Dentro de las fallas reproductivas en machos y hembras, las pérdidas originadas en los factores nutricionales pueden ser las de mayor importancia por sus efectos deletéreos sobre el total de animales. Por otra parte, la discutible calidad de los forrajes y alimentos usados en condiciones tropicales para la nutrición animal, llaman poderosamente la atención por las sensibles alteraciones que puedan estar ocasionando. A la grave pérdida de eficiencia en la cadena de la energía, se suma la carencia de fuentes energéticas de alto poder y bajo costo. A las fallas en el manejo del componente energético, se agrega el desconocimiento de las nocivas consecuencias del exceso de compuestos nitrogenados sobre la salud reproductiva y sobre el equilibrio energía: proteína (Campos, 2008). El balance energético negativo durante las primeras 3 a 4 semanas posparto, está altamente correlacionado con la producción de leche y el intervalo a la primera ovulación. Es conocido que las vacas con baja condición corporal al parto pueden tener disminución del apetito y desarrollar un BEN más severo que las vacas con condición corporal moderada y consecuentemente se someterá a un incremento en la movilización de grasa y a una mayor acumulación de triglicéridos en el hígado. Elevados niveles de triglicéridos en el hígado, han sido asociados a un largo intervalo a la primera ovulación y a una reducción de la fertilidad (Butler, 2003). Una de las consecuencias del BEN es el comprometimiento de la calidad de los oocitos, debido a que la exposición a altos niveles de ácidos grasos no esterificados, afecta la estabilidad e integridad de la membrana de los oocitos, con lo cual se puede afectar la tasa de fertilidad y comprometer el desempeño reproductivo de los hatos (Maturana, 2013).