La producción ganadera en Colombia tiene gran importancia relativa dentro de la economía nacional, siendo la actividad económica con mayor presencia en el país rural. Se estima que participa con el 3.6% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, 27 % del PIB agropecuario y 64% del PIB pecuario. Quiere decir que la ganadería bovina, a pesar del crecimiento de otras actividades como la avicultura y la porcicultura, conserva el primer lugar dentro de la producción pecuaria (Fedegan, 2006). A pesar de esto, los indicadores productivos y reproductivos de los hatos en Colombia no son buenos. Se estima que el promedio nacional de producción de leche por vaca día es de 4,5 litros, y para el departamento del Valle del Cauca la situación no es diferente, con un promedio de 5,17 litros; la capacidad de carga es de 0.6 animales por hectárea, indicador que evidencia la condición extensiva de la ganadería colombiana; y el promedio nacional del intervalo entre partos se estima en 695 días y la tasa de natalidad en 51% (Fedegan, 2006). El objetivo de un sistema de producción bovina, ya sea de carne o leche, debe ser encaminado a que las vacas queden gestantes en el menor tiempo posible después del parto (Hess, 2003; citado por Salas, 2011). Dentro de las fallas reproductivas en machos y hembras, las pérdidas originadas en los factores nutricionales pueden ser las de mayor importancia por sus efectos deletéreos sobre el total de animales. Por otra parte, la discutible calidad de los forrajes y alimentos usados en condiciones tropicales para la nutrición animal, llaman poderosamente la atención por las sensibles alteraciones que puedan estar ocasionando. A la grave pérdida de eficiencia en la cadena de la energía, se suma la carencia de fuentes energéticas de alto poder y bajo costo. A las fallas en el manejo del componente energético, se agrega el desconocimiento de las nocivas consecuencias del exceso de compuestos nitrogenados sobre la salud reproductiva y sobre el equilibrio energía: proteína (Campos, 2008).