La acción hormonal de la vitamina D ha sido reconocida en el metabolismo óseo, en el sistema inmune y en la diferenciación celular. (1¿3) Los niveles óptimos recomendados de vitamina D para la población general se encuentra entre 30-76 ng/ml. Los estudios realizados sobre niveles de vitamina D en pacientes con infección por VIH han mostrado una prevalencia importante de deficiencia (<30 ng/ml) y de insuficiencia (<10 ng/ml), especialmente en pacientes con terapia antirretroviral. Estudios en población general, han sugerido un papel de la vitamina D en el desarrollo de síndrome metabólico así como de enfermedad cardiovascular, por medio de estudios in vitro y clínicos. Es claro el beneficio de mantener niveles adecuados de vitamina D en pacientes con patología ósea como osteopenia y osteoporosis (4,5), pero no es claro el beneficio que pueda significar mantener un nivel suficiente de vitamina D en pacientes con infección por VIH sin patología ósea. Entre los potenciales beneficios puede enumerarse un menor desarrollo de resistencia a la insulina, disminución en la incidencia de infarto de miocardio, así como otros efectos estudiados específicos en esta población como son la recuperación del recuento de linfocitos CD4 e infección por tuberculosis dados los efectos inmunológicos de la vitamina |