La bahía de Buenaventura-Colombia ha sido clasificada como uno de los sitos con prioridad ‘regional’ para la conservación de las aves playeras que recorren el Pacífico Americano, esto debido a la presencia >2% (500 individuos) de la población hemisférica de Chorlito Piquigrueso (C. wilsonia) (Johnston-González & Eusse-González, 2009; Senner, Andres, & Gates, 2016). Su territorio comprende además de la bahía, sectores costeros que se ubican al norte (estero Tigre) y al sur (Punta Soldado) (Johnston-González & Eusse-González, 2009) (Figura 1). Su paisaje se caracteriza por tener complejos de manglares, planos lodosos y playas arenosas, donde las aves encuentran resguardo y alimentación. Sin embargo, estas áreas han disminuido su extensión debido a la erosión crítica (MinAmbiente & RVO, 2017) e inundación costera producto del cambio climático, la deforestación y la construcción de infraestructura. Consecuentemente, se estima que la población de las aves playeras ha disminuido significativamente en las últimas dos décadas, cuando se reportaron alrededor de 8.000 individuos (Johnston-González & Eusse-González, 2009). Aunque, actualmente no se cuenta con la tasa especifica de disminución, este patrón fue observado por los investigadores de la Asociación Calibris. Con el objetivo de disminuir la vulnerabilidad costera e implementar medidas de adaptación frente a los actuales problemas de erosión e inundación que se presentan en la bahía de Buenaventura, tanto autoridades locales como nacionales han iniciado una búsqueda de alternativas de solución que permitan la protección, restauración y conservación de algunos asentamiento alrededor de la bahía, particularmente, en los sectores de La Bocana y Punta Soldado (Deltares, 2012). Desafortunadamente, la falta de articulación entre los entes científicos y gubernamentales ha generado acciones que no responden a las necesidades emergentes. Como ejemplo, Punta Soldado ha sido reubicado en tres ocasiones afectando negativamente los ecosistemas debido a su reconstrucción, demostrando deficiencia en la planificación territorial de la bahía. Adicionalmente, medidas como siembra de arena en las playas o mantenimiento y recuperación del bosque de manglar (Deltares, 2012) sólo han sido tenidas en cuenta, preliminarmente, para estos corregimientos puntuales, dejando por fuera otros lugares con importancia ecológica. Estas circunstancias hacen que tanto la comunidad como los tomadores de decisiones deban conocer los cambios potenciales que sufrirá su territorio costero, y de esta manera construir planes conjuntos que les permitan aumentar la capacidad adaptativa de la costa y así disminuir los efectos negativos sobre esta. Como base para el desarrollo de la planeación, surge la necesidad de evaluar la resiliencia de la bahía de Buenaventura, con el objetivo de anticiparse a los cambios y fortalecer el conocimiento técnico y científico de la región, equipando a la comunidad de herramientas conceptuales y metodológicas que permitan equilibrar la demanda de recursos naturales y la conservación de los ecosistemas costeros.