Para el 2011, se calcularon 273500 muertes en el mundo debido a complicaciones y patología relacionadas con la gestación. La mayoría de estas muertes ocurren en países en vía de desarrollo y la mortalidad materna constituye un desafío para los sistemas de salud de cada gobierno. Es por esto, que en el año 2000 la reducción de la mortalidad materna fue definida como el objetivo número 5 dentro de la declaración de los objetivos de Milenio, con metas de disminuir para el 2015 en ¾ partes la tasa anual de mortalidad materna. En Colombia, cifras del DANE reportan que desde 1998 hasta 2009 a pesar de que ha habido una reducción del 27% de la mortalidad de madres gestantes, se mantiene en la actualidad una tasa de 74 muertes por cada 100000 habitantes, lo cual no modifica mucho el panorama. Según SIVIGILA, las principales causas de muerte materna son: eventos hemorrágicos (33%), eventos hipertensivos (32%), y sepsis (35%, que agrupa los diferentes orígenes). Cada uno de estas situaciones podría estar vinculada con una serie de cambios bioquímicos y fisiológicos propios de cada etapa del embarazo, que desembocarían en estos desenlaces. Uno de estos cambios es el aumento fisiológico del tejido adiposo con el fin de aumentar las reservas energéticas disponibles para el buen desarrollo del feto y para suplir las necesidades de la madre. Sin embargo esos cambios pueden generar un ambiente obesigénico por la interacción de diversas moléculas que se producen en diferentes órganos durante la gestación. Por ende, las ciencias médicas han dado un papel muy importante al tejido adiposo y al tejido muscular, centrando su mirada en investigaciones que han demostrado que el tejido adiposo no es un tejido inerte de almacenamiento de energía, sino que se comporta como una glándula endocrina que sintetiza hormonas denominadas adipocitoquinas y que expresa receptores en su membrana celular, que en conjunto le permiten a este tejido comunicarse con otros, como por ejemplo el tejido muscular, quien a su vez sintetiza unas moléculas llamadas mioquinas que permiten modular la función del tejido adiposo. Con base en las dos premisas anteriormente expuestas, este proyecto de investigación pretende determinar el estado y los niveles de posibles biomarcadores tempranos de desenlace presentes en mujeres embarazadas, con el fin de que en estudios posteriores se puedan aplicar a la clínica en el diagnóstico, seguimiento o pronóstico para patologías de las gestantes. Para nuestro proyecto hemos seleccionado la irisina, una mioquina. Durante el ejercicio se activan una serie de genes en el músculo como el PPAR gamma (receptor activado por proliferador de peroxisomas gama. Estos inducen al mismo tiempo en el músculo la transcripción del gen FNDC5 que expresa la proteína denominada proteínas de membrana que poseen fibronectina tipo III con 5 dominios que es la precursora de la irisina quien se forma por clivaje enzimático por medio de una proteasa aún desconocida. Una vez producida, la irisina viaja por torrente sanguíneo y actúa sobre el tejido adiposo, estimulando la expresión de genes termogénicos, y promoviendo el fenotipo de adipocito pardo. Sin embargo, el papel de irisina en la fisiopatología de la mujer gestante aún permanece desconocido. Por lo tanto, la presente propuesta pretende analizar el rol de irisina en la mujer gestante, mediante un estudio de cohorte longitudinal, en el cual se tomarán muestras de sangre de mujeres gestantes durante los tres trimestres de la gestación (semanas 11-13, 24-26 y 34-36). Luego por medio de ELISA determinaremos la concentración sérica de irisina. Para nuestro proyecto utilizaremos muestras de suero previamente obtenidas de un estudio de cohorte longitudinal de mujeres embarazadas, realizado por la unidad de Bioquímica, departamento de Ginecología y departamento de Patología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, registrado en Colciencias con el código COL0064208. |