La segunda mitad del siglo XX y el inicio del siglo XXI estuvieron marcados por cinco fenómenos relevantes que definen la situación actual de la democracia y los Estados de derecho: la producción de instrumentos internacionales que propenden por la protección de derechos humanos; la tercera ola de democratización en el mundo; la formulación de Estados sociales y democráticos de derecho; la globalización; y el neoliberalismo social y económico. Con el desarrollo de estos fenómenos se han establecido debates frente a la coexistencia de, por un lado, Estados sociales y democráticos de derechos que buscan el imperio de la ley y el respeto de los derechos fundamentales; y, por el otro, la globalización neoliberal, que ha propendido por la limitación del ejercicio de estos derechos, aumentando la acumulación de riqueza en pocos sujetos (Mato, 2004). En esta tensión, sin embargo, se ha presentado un auge por la protección a políticas neoliberales, lo que ha conllevado a extremas desigualdades sociales, que pueden ser vistas a partir de hechos sociales relevantes como los problemas territoriales en Colombia, al existir una desinstitucionalización en territorios que se han visto fuertemente afectados por la violencia (Jaramillo, 2016); la concentración de la riqueza en unos pocos, a pesar de que, según las cifras expuestas por Oxfam (2017), la mitad de la población vive en estado de pobreza (Hardoon, 2017); las olas de migraciones que han puesto en cuestionamiento las políticas estatales para responder a crisis sociales; como también el aumento de la violencia social y racial en diferentes países. Esto ha conllevado al resurgimiento de discursos nacionalistas que propenden por la restructuración del Estado- Nación y de una identidad nacional homogénea, por medio de discursos excluyentes de sujetos que no tengan una identidad nacional, creando, lo que H. Arendt denominaba, personas «sin-estado» (Butler & Spivak, 2009). Razón por la cual, como expone R. Uprimny (2017a), estos discursos, aunque son vistos por la ciudadanía como soluciones a las crisis humanitarias actuales, están lejos de llegar a solucionarlos y, por el contrario, pueden crear mayor inequidad social. Esto conlleva a grandes cuestionamientos jurídicos y políticos, en torno a la eficacia de la democracia como un mecanismo en pro de la salvaguarda de Estados sociales de derecho, y por la garantía y protección de derechos civiles, políticos, sociales y colectivos. Lo anterior, lleva a dos tesis fundamentales: por un lado, se invita a pensar en una etapa de pos-democracia, (Navarro, 2016), al establecer que la democracia ha llegado a su fin; o, por el otro, se expone que esto no significa que la democracia vaya a colapsar (Öniş, 2017), sino que debe cualificarse para superar la crisis actual. La dualidad que estas tesis representan, en el debate actual, un síntoma de un nuevo escenario geopolítico que pone en el estrado a la democracia y que debe ser analizado. Este problema será abarcado por el Colectivo Copal, a partir del desarrollo de un plan de trabajo que condensa varias estrategias: por un lado, la formulación y ejecución de un proyecto de investigación que sea realizado por los estudiantes, en los que se identificarán los principales debates alrededor del objeto de estudio, de los cuales surgirán preguntas que guíen las investigaciones y frente a las cuales se plantearán hipótesis que buscarán ser falseadas por medio de estudios de casos, cuyos resultados serán sujetos a publicación. Además, se promoverán grupos de discusión con estudiantes de posgrado con el objetivo de que tengan la posibilidad de exponer los avances de sus investigaciones con otros estudiantes, como ejercicio de retroalimentación. Y, por último, se ofertarán cátedras que permitan la divulgación de los resultados del grupo de tal forma que puedan ser conocidos y debatidos por la comunidad académica.