--El ámbito de lo jurídico se ha abordado históricamente desde dos dimensiones: la primera, desde la filosofía del derecho, de lo que dan cuenta los últimos modelos iusfilosóficos de Kant y Hegel a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, donde la consideración sobre el derecho se hace de manera amalgamada, combinando en su análisis la mirada tanto ético-moral, como social y filosófica a un mismo tiempo. Y la segunda, desde la teoría jurídica, primero con las grandes escuelas jurídicas del siglo XIX y, más tarde, en los albores del siglo XX, con el Positivismo y el Realismo donde el análisis del derecho se centra en el problema de la validez como la dimensión exclusiva de consideración sobre el derecho. Sin embargo, los desarrollos tanto intrasistémicos como extra y suprasistémicos del derecho evidenciaron que el abordaje de la validez del derecho no podía obviar dos problemáticas co-originales a esta y que por tanto el eje de consideración integral del fenómeno jurídico tenía que gravitar sobre la relación legitimidad-validez-eficacia y nunca exclusivamente sobre la validez pues ello conducía a una interpretación reduccionista de lo legal en el derecho. Los desarrollos últimos tanto del pensamiento jurídico como de las ciencias sociales, en especial la sociología y la filosofía política y de la justicia, han mostrado la necesidad de explorar la dimensión posjurídica como base constitutiva de lo jurídico sin la cual la regulación jurídica propiamente dicha carece de sustento y respaldo. Cada vez son más evidentes las limitaciones de la regulación jurídica cuando esta no se ha afianzado en procesos mundo-vitales que le den fortaleza y proyección y sin lo cual la regulación legal de la sociedad lentamente pierde su potencial organizador y deviene un dispositivo de ideología y alienación. Esto último se manifiesta en la decisión judicial, precisamente. El derecho real, más que en la normatividad se ha desplazado al derecho de los jueces. Los procesos de cotidianización del derecho ya no son exclusivos de los ordenamientos del common law sino también de los ordenamientos románicos. Esto impone la decisión judicial como un ámbito de reflexión necesaria en la contemplación del derecho e introduce las dimensiones política e ideológica en la dinámica del juez. Dos frentes de reflexión adicionales supone esta perspectiva: de una parte la reflexión sobre lo político más que sobre la política tal como el pensamiento posfundacional lo viene pensando. Lo político que se vuelve central pues ello también supone la asunción de un espacio que desborda la política legal-institucional y explora la ampliación y fortalecimiento democrático de los procesos mundo vitales. De otra, la naturaleza de una democracia posfundacional y deliberativa. En contextos en conflicto y perspectivas de paz y la mera democracia formal y cultura de la legalidad que se propone no es suficiente para afianzar el ambiente de reconciliación y estabilidad que se requiere. Se impone por tanto determinar de qué manera el ámbito de lo posjurídico, que tiene su arraigo sustancial en el mundo de la vida, encuentra su complemento indispensable en un concepto alternativo de político que proponga opciones a la distinción amigo-enemigo y en modelos de democracia deliberativos y posfundacionales que permitan superar el formalismo legalista de la democracia electoral y así poder afianzar un patriotismo de la constitución arraigado en el poder constituyente antes que en el constituido que de cuenta de la diversidad ontológica de las formas de vida y pluriversos de la sociedad que posibiliten concretar una sociedad verdaderamente plural y democrática. El plan de trabajo buscará dar cuenta de estas diferentes instancias y su relacionamiento e interdependencia reciprocas.