Mundialmente, el maíz se cultiva en más de 140 millones de hectáreas, con una producción anual de más de 580 millones de toneladas métricas. En Colombia en el 2013 se sembraron 300.000 hectáreas de maíz y la producción fue de 1.560.000 toneladas (MADR, 2014). Actualmente el maíz se cultiva en todas las regiones de Colombia y es parte fundamental de la dieta y economía campesina. Se calcula que el 58% del área con maíz, es sembrada por pequeños agricultores en forma tradicional. Sin embargo estos pequeños agricultores se ven enfrentados al ataque de insectos que dañan el grano en el cultivo y en su almacenamiento. Con relación al maíz almacenado, la FAO estima que del 5 al 10% de la producción mundial se pierde a causa de los insectos, lo que equivale a la cantidad de granos necesaria para alimentar a 130 millones de personas anualmente. Entre estos insectos se encuentra el gorgojo Sitophilus zeamais Motschulsky (Coleoptera: Curculionidae), considerado como uno de los principales responsables de los daños en maíz almacenado, pues este puede causar grandes infestaciones en corto tiempo, vive de 7 a 8 meses y ocasionalmente un año. Las hembras ovopositan de 50 a 250 huevos. Del huevo eclosiona una larva blanca cremosa y ápoda, esta se alimenta del interior del grano y transcurridas entre 3 a 4 semanas pasa a pupa en el interior del grano, pasando en ese estado entre 8 a 10 días y finalmente sale al exterior como adulto (SENASA, 2010). Por lo tanto cada 40 días la infestación se multiplica en proporciones gigantescas, pudiendo causar la pérdida de toda la producción si no se hace un control a tiempo. Para proteger al maíz almacenado de los insectos poscosecha son utilizados insecticidas como bioresmethrin, bromophos, carbaryl, chlorphyrifos-metilo, (Granados, 2001). La aplicación de estos insecticidas representa riesgos para la salud humana como envenenamiento de aplicadores, agricultores y consumidores de alimentos contaminados, muerte de peces y aves, destrucción de hábitats naturales, contaminación de aguas subterráneas, y al desarrollo de resistencia por parte de las plagas y efectos negativos en los controladores biológicos (Blancas, 2007; Pérez, 2012). Con el objetivo de realizar un manejo del gorgojo del maíz más limpio, ambientalmente amigable y acorde con la tradición de las comunidades de indígenas y campesinos, se ha investigado sobre el efecto insecticida y repelente que tienen el polvo, el aceite esencial y extractos de algunas plantas sobre S. zeamais (Silva et al., 2003, Gonzales et al., 2009, Gómez et al., 2009, Betancur et al., 2010, Nukenineet al., 2011, Salgado et al.; 2012). Sin embargo los estudios en Colombia son escasos (Castro & Suárez, 1996; Hincapié et al., 2008 y Prieto et al., 2010), desconocidos por los agricultores y con conocimiento limitado sobre las plantas útiles y sobre su distribución geográfica. Con el fin de aportar a la solución de los problemas causados por este insecto, en este trabajo se realizara una evaluación de las propiedades insecticidas y/o repelentes de Calea glomerata Klatt en Sitophilus zeamais en maíz almacenado. Este conocimiento proviene de indígenas del cabildo Yanacona de San Juan, Bolívar, Cauca (Macizo Colombiano), Colombia quienes introducen las ramas de esta planta en los bultos de maíz almacenado para controlar este gorgojo (compers. Leonardo Samboni, cabildo Yanacona San Juan). Sin embargo no se tiene claridad sobre cuál es el estado fenológico de la planta más adecuado para su uso, tampoco de la cantidad que debe ser utilizada por unidad de almacenamiento, y no hay datos cuantificados de su efectividad. Este estudio contribuirá a llenar este vacío de conocimiento. A pesar de que esta planta es común en la región, no todos los agricultores saben de su utilidad, por ello el estudio y estandarización del uso de esta planta en presentaciones tanto en polvo como en aceite esencial, abrirían una posibilidad hacia el control rápido y a bajo costo de S. zeamais.