La yuca (Manihot esculenta Crantz) es considerada como una de las principales fuentes de alimento y energía en países tropicales y subtropicales de Sur América, África y Asia. Entre los cultivos de tubérculos y raíces de países tropicales, la yuca constituye la principal fuente de calorías. Sus raíces almacenadoras se destinan principalmente para la alimentación humana, asi como materia prima en la industria para la producción de harinas (Suárez y Mederos, 2011). La yuca representa un cultivo de subsistencia y en la mayoría de los casos es cultivada por pequeños agricultores. Colombia es el tercer productor más grande de Sur América con una producción estimada para el 2015 de 2,5 millones de toneladas (FAO, 2015). Según la FAO, si la yuca lograra desarrollar su potencial para entrar como materia prima en una gran variedad de productos procesados existiría una mayor demanda del producto y esto traería como consecuencia no solo una transformación agrícola sino que apoyaría al crecimiento económico de los pequeños productores (FAO, 2013). Sin embargo, la producción de yuca se ve comprometida por varias enfermedades virales y bacterianas, entre las cuales se destaca la bacteriosis vascular causada por Xanthomonas axonopodis pv. manihotis (Xam). La bacteriosis vascular es una enfermedad destructiva y ampliamente distribuida en regiones tropicales y subtropicales y que puede producir pérdidas que oscilan entre 12 y 100% (Lozano, J. C. 1986). En Colombia, la enfermedad fue reportada por primera vez en 1971 (Lozano, J. C., L. Sequeira. 1974b) y desde ese momento ha sido reportada en todas las regiones en donde es cultivada la yuca. Una de las vías para la implementación de estrategias que busquen el control de enfermedades de cultivos de importancia agrícola, entre ellos la yuca, es mediante el conocimiento de las bases moleculares que subyacen a la interacción planta-microorganismo. Este conocimiento debe estar acompañado de un análisis de los sistemas de producción y mejoramiento que ha venido realizando ancestrálmente la comunidad productora tanto campesina como indígena del país. La domesticación de la yuca y sus primeros mejoradores fueron los indígenas de la selva amazónica. Este “saber hacer” se ha venido expandiendo a ciertas comunidades indígenas y campesinas. Tanto es así como existen un grupo de variedades locales desarrolladas por ellos mismos. El material así generado es intercambiado entre productores por medio de estacas (semilla asexual), se ha visto ademas que este es un medio de propagación de la enfermedad vista a través del movimiento de las cepas en diferentes regiones productoras de yuca en el país (Restrepo et a., 1999; Trujillo et al., 2014). Los estudios sobre la interacción yuca-Xam se han basado principalmente en el uso de plantas crecidas a partir de estacas y bajo condiciones de invernadero, lo cual implica contar con invernaderos de condiciones controladas, buena cantidad de material de siembra (semilla), y un espacio suficientemente grande para evaluar un alto número de plantas. Una alternativa que resuelve de manera significativa estas limitaciones es el sistema de propagación in vitro, el cual ha sido establecido ya hace algún tiempo para yuca. Sin embargo el comportamiento fisiológico y de respuestas de plantas in vitro puede no necesariamente ser similar al que presentan las plantas crecidas a partir de estacas. En este proyecto nosotros buscamos evaluar el sistema in vitro con dos objetivos fundamentales. El primero de ellos es establecer la viabilidad de emplear plantas in vitro para evaluar las respuestas moleculares y fenotípicas correlacionándolas con las obtenidas en previos estudios de nuestro grupo a partir de plantas crecidas a partir de estacas. En segunda instancia, evaluaremos la facilidad de incorporar material vegetal de tipo silvestre o cultivado por productores de yuca (campesinos y/o indígenas) de plantas adultas para ser incorporado al sistema de crecimiento in vitro.