Cuando Bogotá era todavía una aldea primero fue el carro que la bicicleta. La bicicleta era un objeto de pobres o de deportistas que lo que querían era escalar montañas y ganar premios, y ese objeto querido y silencioso era la marca de los mensajeros, panaderos, repartidores, jardineros, y niños de todas las edades y colores. Este documental es un elogio a la bicicleta urbana y a sus usuarios que se han venido multiplicando y diversificando a través de los años. Vamos a ser testigos de las calles en sepia y a color, de las primeras bicicletas, de los parques y avenidas, pero especialmente del espíritu de los ciclistas en una ciudad que sólo en los últimos diez años ha pensado en ellos. La bicicleta es una metáfora de la libertad del ser humano, del bogotano y eso queremos hacerle sentir al espectador. Este no es un documental de historiador o de periodista con cifras y entrevistas a expertos. Es un trabajo que rescata la memoria urbana de sus habitantes expresada en los archivos de imágenes, sonidos y textos que nos sensibiliza hacia prácticas cotidianas que tienen una enorme poética.