Se busca conocer, reconocer y analizar experiencias exitosas de paz que han construido las comunidades e individuos de las regiones de Cundinamarca, Boyacá y Antioquia (2005 a 2013), en pro de una cultura de paz sostenible en Colombia. Para ello habrá 4 fases dedicadas a la recolección e indagación de información de fuentes secundarias de distinto orden: documentos escritos, audiovisuales, prensa de origen comunitario, local y regional, que se hayan realizado en el tema de paz, que han sido exitosas y viables en sus contextos. Se utilizarán técnicas y metodologías de análisis cualitativo -comparación de casos e histórico-interpretativas-, con el ánimo de identificar las acciones, condiciones y procesos tanto individuales como colectivos, que hayan facilitado los procesos de mediación y reconciliación, con participación de diversos actores armados y no armados. Habrá una fase final dedicada a la divulgación del conocimiento de los resultados encontrados en la investigación. El fundamento de la idea está que en una gran mayoría de personas hay pensamientos focalizados en torno a los fracasos de paz que han dejado de lado o han impedido resaltar procesos positivos y exitosos. Dicho pensamiento negativo ha afianzado la percepción particular de una representación social general de desconfianza y pesimismo en la sociedad, que impide avanzar hacia una perspectiva positiva de los ciudadanos frente a los actuales y futuros procesos de paz en Colombia. Este fenómeno incide negativamente en los procesos cognitivos del individuo, ya que ellos actúan como una triada negativa de la paz, la cual se encuentra dentro de la siguiente lógica: las experiencias de paz no se conocen, por consiguiente no existen o han sido un fracaso, en el presente es poco viable la construcción de escenarios de paz y el futuro es incierto, (Sánchez, 2009). Así, el presente proyecto cree que potencializar las experiencias exitosas de paz, podrían estar contribuyendo a ruptura de paradigmas negativos de paz, y con ello vislumbrar panoramas optimistas y reales en el tema. Este conocimiento de dichas experiencias se puede difundir a través de la educación para la paz, la cual enfatiza no solo en la guerra sino en el empoderamiento de una cultura de paz, cuyo compromiso es de todos los ciudadanos e instituciones. En este sentido, el pedagogo español Xesus (2003), plantea que la educación para la convivencia no pretende enseñar únicamente determinadas estrategias, sino que pretende construir una nueva cultura y relaciones sociales donde la violencia no tenga cabida y se propicie una cultura de paz que proclame el respeto a la diferencia, la diversidad del florecimiento individual y colectivo como patrimonio de la humanidad. A partir de los escenarios sociales se necesitan promover grandes proyectos enfocados a recordar las memorias de paz sociopolíticas que tengan eco y viabilidad en la promoción de la cultura de la paz, en diferentes contextos y, donde se contemple la definición de la paz de manera integrada. En términos del pazólogo Tuvilla: la Paz, en su concepción actual, es la suma de tres tipos de paces: Paz directa (regulación no violenta de los conflictos), Paz cultural (existencia de valores mínimos compartidos) y Paz estructural (organización diseñada para conseguir un nivel máximo de justicia social) (2004). Creer en las potencialidades del ser humano para hacer las paces se profundiza con Jiménez (2004), quien sugiere que la paz, como realidad social, (económica, política y cultural) debe ser investigada por todas las personas, ya que todos somos actores de paz y portadores de su «virus», por lo cual poseemos un gran potencial para la consecución de un mundo más justo y perdurable. Así se podría presuponer que el conocimiento de la historia de paz de las comunidades donde se resaltan actores, momentos y espacios de convivencia pacíficas, estarían aportando a la sociedad colombiana a mirar o plantear caminos plausibles en busca de una paz sostenible